miércoles, 29 de mayo de 2024

LA CERCA



“Mientras miráis a Wendy, tal vez seáis testigos de cómo se le encanece el cabello y su figura se vuelve otra vez pequeña, ya que todo esto pasó hace mucho tiempo. Jane ya es una adulta normal, con una hija llamada Margaret, y cada primavera, en época de limpieza general, salvo cuando se le olvida, Peter acude a buscar a Margaret y la lleva al País de Nunca Jamás, donde ella le cuenta historias sobre él, que Peter escucha entusiasmado. Cuando Margaret crezca tendrá una hija, que un día también será madre de Peter; y así seguirá sucediendo una y otra vez, mientras los niños sean risueños, inocentes y crueles.”

J.M Barrie

En el final de Peter Pan, la figura de la niña que se deja llevar por la magia, que será capaz de volar y de vivir con intensidad el presente de cada aventura, se repetirá de generación en generación. La cerca de Alfredo Soderguit me hizo recordar esta escena en una historia circular en la que dos niñas (dos Wendys), Francisca y Antonia, se conocen durante las vacaciones y desde entonces, cada día viven una nueva aventura. 

Las casas de las dos niñas están una junto a otra, tan solo separadas por una cerca. Comparten juegos, sueños y secretos hasta que las vacaciones terminan y Francisca regresa a la ciudad con su familia.

El texto de Soderguit parece responder al significado de “cerca” al referirse a lo que está próximo o inmediato en el espacio o en el tiempo. Francisca y Antonia están cerca, próximas, durante esos días compartidos.

Solo hay una ilustración a sangre y a doble página en el álbum para subrayar el clímax del relato. El momento en el que toda referencia al mundo adulto que rodea a las niñas desaparece y juegan inmersas en esa tonalidad mágica del verano. 

El resto de las ilustraciones nos va señalando, a veces con una sutilidad maravillosa, lo que las separa, su condición social -la madre de Antonia trabaja para la familia de Francisca y cuida la casa mientras están en la ciudad- su modo de vida, sus expectativas de cara al futuro. Nos muestran la “cerca” que resguarda o divide un sitio de otro, la que rodea hasta separar a las dos niñas.

Las raíces de esa cerca, lo que las separa, crecerán al tiempo que ellas comienzan a convertirse en adultas,

 aunque no desaparezca por completo su yo niña.

Tendrán que pasar muchos años hasta que Francisca y Antonia se vuelvan a encontrar junto a la cerca.

La idea de La cerca surge de una situación real. Alberto Soderguit, ilustrador, director y escritor uruguayo, estaba en Colombia con Mariale Ariceta preparando el sonido de su película de animación “Anina”. Se alojaban en la casa de campo de unos amigos y al lado, en una casa mucho más humilde, vivía el guardés de la finca con toda su familia. Así lo cuentan en una entrevista: 

“En un momento apareció una niña con una muñeca, era hija o nieta del casero. Y se quedó parada de un lado de la cerca que separaba las dos casas. Desde ahí ya empezó Mariale a observarlo así. ¿Qué hay acá? Quizás una separación, pero tal vez también la oportunidad de que esas niñas —que en la historia real eran una niña y un niño, el sobrino de nuestra amiga— se aproximen”. 

Ariceta comienza a tomar notas que serán el germen del que nazca esta historia casi una década después; la cerca como separación, pero también como oportunidad de encuentro.

La cerca se construye a partir de una pregunta, del esbozo de una esperanza, que al lector le puede generar aún más preguntas. ¿Solo somos capaces de ver lo que nos une con los ojos de la infancia?

Alberto Soderguit ya había publicado con Ekaré Los Carpinchos en 2020, un álbum con tan prestigiosos premios como el de la Fundación Cuatro Gatos, The White Ravens o la New York Public Library. Los carpinchos también parte de las preguntas que suscita al autor una situación real, la inmigración en este caso, y son los más pequeños los que muestran a los adultos de la historia el camino hacia la empatía y la solidaridad.

Os animo a leer estos dos álbumes con niñas y niños en casa y en el aula, a crear ese “momento de los cuentos” que guardaba Wendy para ver junto a su hija el tiempo en que,  también ella, podía volar.