O como Ratón recorrió el
mundo y llegó a nuestra escuela.
Un ratón blanco me mira
sonriente invitándome a entrar al stand de la editorial A buen paso en la feria
del libro de Bolonia. Andrea Antinori está firmando Blanco
como nieve, el delicioso álbum que ha ilustrado con texto
de Mar Benegas, y no puedo resistirme a la idea de llevarlo dedicado para
contarlo en cuanto vuelva al cole. Al llegar a Valencia, recojo
también la firma de la autora, que me enseña un libro
de tela que usaba en sus sesiones para bebés.
Me explica que de este cuento sin palabras nació la idea de Blanco como nieve, la historia de un ratón que sólo sale de casa después de asearse y comprobar que no llueve porque no le gusta ensuciar su blanco pelaje. Pero una mañana de primavera se aleja demasiado persiguiendo unas semillas que arrastraba el viento y no sabe volver. Inicia así un viaje en el que va a descubrir las diferentes casas en las que habitan los elementos de la naturaleza, hasta que consigue, como Ulises, regresar a su hogar.
Mar Benegas utiliza la estructura narrativa del cuento tradicional. Nos sitúa en un tiempo indefinido con el ÉRASE UNA VEZ y el uso del pretérito imperfecto pero enseguida la historia adquiere ritmo con la canción con que se presenta el protagonista y que va a servir de estribillo a todo el cuento. Y aún más ritmo, porque cada vez que Ratón encuentra una casa, Mar utiliza el mismo patrón: ¡Toc toc! ¿QUIÉN ES? Seguido de una onomatopeya que nos prepara para la adivinanza que vendrá como respuesta a su canción cuando Ratón entra en cada casa.
Mar enumera las características de cada elemento de la naturaleza con la estructura de las adivinanzas populares, versos de arte menor con rima en los pares, aunque con hexasílabos (menos usados que el octosílabo) para mantener el ritmo y la musicalidad de la canción y guarda la composición en tres estrofas de cuatro versos, con la fórmula de final (A ver si adivinas/ si sabes quién soy) en la tercera estrofa.
El texto también invita a jugar con la entonación de las diferentes voces de cada elemento: un vozarrón terrible, como un huracán furioso, que se vuelve después suave como el trino de un pájaro, una voz cantarina, una voz apagada y la voz cavernosa y profunda con la que contesta el último de ellos.
Mar Benegas utiliza la estructura narrativa del cuento tradicional. Nos sitúa en un tiempo indefinido con el ÉRASE UNA VEZ y el uso del pretérito imperfecto pero enseguida la historia adquiere ritmo con la canción con que se presenta el protagonista y que va a servir de estribillo a todo el cuento. Y aún más ritmo, porque cada vez que Ratón encuentra una casa, Mar utiliza el mismo patrón: ¡Toc toc! ¿QUIÉN ES? Seguido de una onomatopeya que nos prepara para la adivinanza que vendrá como respuesta a su canción cuando Ratón entra en cada casa.
Mar enumera las características de cada elemento de la naturaleza con la estructura de las adivinanzas populares, versos de arte menor con rima en los pares, aunque con hexasílabos (menos usados que el octosílabo) para mantener el ritmo y la musicalidad de la canción y guarda la composición en tres estrofas de cuatro versos, con la fórmula de final (A ver si adivinas/ si sabes quién soy) en la tercera estrofa.
El texto también invita a jugar con la entonación de las diferentes voces de cada elemento: un vozarrón terrible, como un huracán furioso, que se vuelve después suave como el trino de un pájaro, una voz cantarina, una voz apagada y la voz cavernosa y profunda con la que contesta el último de ellos.
Si lees, como yo, este
álbum en clase (o en casa), verás cómo se despierta la curiosidad de niñas y niños
y con qué rapidez entran en la dinámica del juego de imaginar y tratar de
adivinar la solución que Ratón, tras pensarlo mucho, termina por encontrar.
Rodari explica así está
fascinación de la infancia en su Gramática
de la Fantasía:
"¿Por qué a los niños les
gustan tanto las adivinanzas? A primera vista, diría que representan la forma
concentrada, casi emblemática, de su experiencia de conquista de la realidad. Para
un niño, el mundo está lleno de objetos misteriosos, de acontecimientos
incomprensibles, de figuras indescifrables. Su misma presencia en el mundo es
un misterio sin aclarar, una adivinanza sin resolver, incógnitas que intenta superar
con preguntas directas o indirectas. El conocimiento sobreviene, a menudo, en
forma de sorpresa.
De ahí el placer de
experimentar de modo desinteresado, por juego, o casi por adiestramiento, la
emoción de la búsqueda y de la sorpresa."
Por eso los niños se
identifican con el protagonista y disfrutan con la escritura de Mar Benegas, porque nos
sabe comunicar ese asombro, ese misterio y ese descubrir el mundo como un
juego.
Ratón se muestra dichoso en cada nuevo elemento, incluso cuando ha
perdido el color blanco que lo identifica. Y no sólo es un héroe como Ulises, también es un poeta porque, como Frederick, se
lleva algunos rayos de sol guardados en su bolsillo para usarlos durante las
frías noches de invierno.
Andrea Antinori, ilustrador italiano en IBBY Honor List 2016 y premio
Andersen e ilustrador seleccionado para la exposición Feria del Libro Infantil
de Bolonia 2017, refleja ese homenaje a Leo Lionni al usar la técnica del collage para los
rayos del sol sobre el resto del dibujo.
Las ilustraciones completan lo que dice el texto; el viaje de Ratón, empieza de día y termina de noche, es decir, transcurre a lo largo de un ciclo vital. El ratón vuelve a casa blanco de nuevo (uno de los elementos lo purifica), pero también transformado: ya no le importa mancharse y la puerta de su casa, antes cerrada, ahora está abierta.
Hemos disfrutado tanto con Blanco como nieve que lo vamos a contar el
próximo 23 de abril en nuestra Maratón de cuentos.
Enviamos una carta a Mar y hablamos con ella para decirle que, al final, escribimos la música de la canción porque, como cada vez la
cantábamos de una manera, empezamos a hacernos un lío y terminamos por fijar en
una partitura la versión definitiva para que todos podamos acompañar el canto
de Ratón.
Aprovechamos la
ocasión para hacerle algunas preguntas. Su respuesta ha sido TAN
GENEROSA que ganas me dan de borrar todo lo anterior y dejar sólo lo dicho por
ella.
-Mar, ¿cómo fue el
proceso de transformar el ratón de tela en ratón de papel?
-Hay personajes que
piden vivir su propia historia, que necesitan ser escritos y tener su “libro”,
no quedarse en la nebulosa de lo imaginado, tomar cuerpo y que su potencial se
desarrolle. Contarnos sus aventuras y su historia con pelos y señales.
Y eso pasó con Ratón.
Ratón comenzó siendo una cancioncilla con la que introducía un cuento de tela,
muy bonito, al que le puse palabras para compartir con los bebés en mis
sesiones. El ratoncillo que salía a pasear, solamente si no llovía, se perdía e
iba encontrando algunos animales, a los que repetía su canción. Hasta que, al
final, la serpiente (que se lo quería comer, por supuesto) lo asustaba y Ratón
corría y corría hasta llegar, por fin y como en todas las historias, a su casa.
El mecanismo era
perfecto. Un libro que me pedía ser contado. Que usaba portada y contraportada.
Que era totalmente circular. En fin, todos los elementos para no necesitar nada
más: tela, animales y canción que se repite.
Pero resultó que Ratón
tenía mucha personalidad y no quería ser un cuento solamente cantado. Él
necesitaba un libro de papel donde se nombrase y quedase constancia de su
personalidad y de todo lo que tenía que contarme.
Y así, de aquella
cancioncilla que presentaba a los bebés, vino Ratón a explicarme de su pequeña
obsesión con la limpieza y con la guitarra. Y de cómo la vida implica
mancharse, caminar, cansarse y seguir adelante, a pesar de todo. Responder a
los enigmas para que nos vayan ofreciendo sus regalos y abriendo las puertas.
Poder descubrir los misterios de lo que nos es ajeno. Porque enfrentarse al
miedo (a veces sin querer) nos puede hacer cambiar de posición respecto al
mundo: abrir la puerta a la vida y a las aventuras que conlleva vivir, a pesar
de las dificultades. Y regresar a casa, y seguir cantando, siempre.
- ¿Por qué la rima está tan presente en tus textos para la primera infancia?
-El territorio de la
primera infancia es el reino de la rima. El eco, la ecolalia, la repetición, el
“otra vez”, “otra vez”.
La rima es el cantar
del lenguaje, la música de las palabras, y la infancia necesita ser en-cantada,
hechizada por el misterio y, a la vez, se convierte en un salvavidas, en una
cuerda que da seguridad.
Cuando hay ritmo la
niña, el niño, puede controlar al lenguaje, el patrón se repite y eso es una
certeza a la que aferrarse. Llega la música de las palabras y la infancia se
agarra a ella como una tabla de salvación con la que llegar a navegar el océano
del lenguaje y, por ende, del pensamiento.
Otra vez, otra vez. La
rima nos canta el mundo y así nos apropiamos de él. Construir la memoria y el
pensamiento desde el ritmo es lo natural, lo que corresponde.
Dicen, incluso,
algunos científicos, que aprendimos a hablar gracias al canto de los pájaros:
imitar su trino fue clave en el desarrollo de nuestro lenguaje.
-Si hacemos un
recorrido por los libros que han llegado a nuestra biblioteca, observamos que el
tema de la casa se enlaza de un texto a
otro y gana espacio con el paso de los años. Aparece en A lo Bestia en “Abuelo Tortuga”, en el Haiku de la piel de Abecedario del cuerpo imaginado, en “con
la a” de Con el ojo de la i, en varios
poemas de ¿Qué soñarán las camas? y ya, como tema de todo el poemario, en Versos como una casa, en dónde
curiosamente hay un poema “¿Qué pasa?” en el que la casa puede estar construida
con viento, mar, fuego…elementos que retomas en Blanco como nieve. ¿Por qué las casas?
-Es, sin duda, una de
mis obsesiones creativas. Creo que podría escribir un ensayo sobre el tema. Las
casas simbolizan tantas cosas, tantos significantes se me han ido desvelando,
he ido descubriendo con ellas, que vuelvo una vez y otra. No son la única
obsesión: la niña (como símbolo), lo invisible, los sueños... cierto que, como
decía el poeta, siempre estamos escribiendo el mismo libro, el mismo poema.
Porque una realidad tiene tantos prismas, tantos matices.
Y bueno, escribimos lo
que somos, no tenemos otro material. Pero, los símbolos del inconsciente
tienen, siempre, su reflejo en la vida tangible (solamente hay que tener los
ojos abiertos para verlos ahí, resplandecientes).
Me resulta fácil hacer
un paralelismo con mi vida y mi relación con las casas. Durante muchos años me
sentí nómada, cambiaba de casa anualmente, a veces hasta dos veces en el mismo
año, eso me hizo acumular un total de más de 20 “hogares” en los que viví. Y
una sensación de no pertenecer a ningún lugar. Pero, cuando llegué a visitar
por primera vez, la que hoy es mi casa tuve una certeza: este será nuestro
hogar (en ese momento para mí y para mi hijo). No es una casa especialmente
hermosa, ni grande, pero tiene tierra y ranas. Yo llegaba de mi trabajo, un
trabajo que no amaba en absoluto, entonces me descalzaba y miraba alrededor,
eso me hacía sentirme bien. Ahora, si lo observo en perspectiva, la carga
simbólica de este acto (encontrar mi hogar) se me presenta con una gran
claridad. Fue el inicio de un proceso que me llevó, en escasos dos años, a
encontrar también mi lugar en la vida. Dedicarme, en exclusiva, a la escritura,
construir, poco a poco, mi hogar de palabras, mi refugio. E intentar habitarlo
al completo y sin concesiones.
Sí, la casa, la
morada, el hogar, creo, es mi mayor obsesión creativa. Y, dentro de ese mismo
concepto: lugar donde esconder(se), donde resguardar(se), estarían las cajas,
que creo que, como metáfora, para mí simbolizan lo mismo. Y ahí está La caja de
las palabras y algún texto inédito como “La caja mediana” y muchos poemas que
la nombran. Lo mismo con mis libros sobre casas, algunos íntegramente dedicados
a ellas: “Versos como una casa”, “Nicolasa, ¿y tu casa?” o “Blanco como nieve”,
pero también presente en mis otros libros de manera ocasional. Así, caja y casa, casa y caja.
Me gusta pensar que la
palabra poética, la poesía, es una casa, la casa del poema, la caja donde
guardar el lenguaje. Las palabras y letras como espacio físico y habitable. La
poesía es, para mí, un lugar, un hogar, un refugio, con sus habitaciones, sus
ventanas, sus estancias, su cocina...
También me interesa la
casa como metáfora del nacimiento: la memoria, el lugar desde el cual se
inician todos los viajes. La aventura de vivir. Los personajes salen de su
casa, viajan, y luego regresan. Eso es la vida y siempre hemos de tener un
lugar donde regresar. Pero la casa también representa el antes del nacer y
también la última puerta que atravesamos. Camino circular que se inicia en ella
y en ella termina.
Y a otra idea que le
he dado muchas vueltas (sobre todo en mi poesía para adultos, pero también se
puede “leer” en la infantil/juvenil, tal vez menos evidente) es la de cuerpo
como casa. Igual que el lenguaje es un lugar que habitamos, también el cuerpo
es un espacio, de piel adentro, la casa nuestra:
Piel. Es la casa
de todas
las caricias.
Abre la puerta.
***
Podéis leer más sobre
Mar Benegas en la primera entrada de este blog y en esta otra. También hablamos con Arianna Squilloni aqui y puedes verla hablar sobre
Lij en este vídeo. Mariaje Paniagua recoge una interesante recopilación
de artículos sobre ella en esta entrada. Y si lo que quieres es saber más sobre
adivinanzas puedes leer Adivinanzas Populares Españolas (Estudio y Antología) de Pedro C. Cerrillo.
¡Os esperamos en nuestra IX Maratón de cuentos!
¡Gracias, Mar, por ser casa de palabras para nuestra escuela!
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