“LA MAGIA, LA EXTRAÑEZA DE LA INFANCIA”
¡Estamos de enhorabuena! Kalandraka recupera esta joya de Maurice Sendak, que incluimos en las novedades para el 2019, y nos regala la ocasión de reseñar el título que dio nombre a
nuestro blog y de que intentemos explicar por qué elegimos este libro entre todos
los ejemplares que habitan nuestra biblioteca. ¡No va a ser tarea fácil!
¡Dídola Pídola Pon! o La vida debe ofrecer algo más , maravillosa traducción de Agustín Gervás del título original Higglety Pigglety Pop! Or There Must Be More to Life, fue escrito e ilustrado
por Sendak en 1967 y es la obra más extensa del autor. A caballo entre el
cuento maravilloso y el álbum ilustrado, lo onírico y lo absurdo, la viñeta y
el gag de cine mudo, nos deja ese regusto de los sueños infantiles en que nada
es lo que parece pero alcanza a desvelarnos un significado profundo que al rato de estar
despiertos ya no conseguimos explicar.
Cuando descubrí ¡Dídola Pídola Pon!
estaba a punto de marcharme con mi familia a vivir a Brasil. La primera sensación que tuve al leerlo fue que
se dirigía a mí, a la niña que pasaba horas asomada a la ventana -mi casa tenía un mirador
que daba al cruce de dos amplias avenidas y desde allí imaginaba cómo sería la
vida de la gente que pasaba y qué habría más allá del horizonte que podía
divisar- y decirme que Jennie y yo estábamos pasando por el mismo
momento vital; la vida cómoda que conocíamos no era suficiente y queríamos
crecer, salir al mundo en busca de experiencia. Y todo iba a salir bien.
Maurice Sendak, en el
documental de Spike Jonze y Lance Bangs “Díles lo que quieras: un retrato de Maurice Sendak” (2009), dice refiriéndose a ¡Dídola Pídola
Pon!:
"Este es realmente mi favorito. Siempre quise escribir otro
libro como ese. Es el más extenso, el mayor texto que yo escribí. Y el más
personal. Profundamente personal."
La perrita
protagonista de esta obra es Jennie, la Sealyham de Maurice que muere el
mismo año en que se publica el libro y a la que él nunca consiguió
olvidar. En esa misma entrevista, confiesa a la pregunta ¿Qué se habría perdido si no hubiera
vivido estos 80 años?:
“No habría conocido a mi
hermano y a mi hermana. Habría sido una pérdida terrible. Y habría perdido a
Jennie, mi perra, ella aparece en Higglety
Pigglety Pop. Pero…¿qué estoy diciendo?
Ella aparece en todos mis libros cuando
todavía estaba viva".
Aquí podemos ver a Jennie en las ilustraciones de La
ventana de Kenny, su primera obra como autor de texto e ilustración (1956), El letrero secreto de Rosie (1958) y en Donde viven los monstruos (1963), el libro que revolucionó el álbum ilustrado y con el que sintió que había alcanzado su manera personal de expresarse a pesar de que él pudiera reconocer en sus ilustraciones la influencia de otros grandes artistas. En la entrevista que concede en su estudio apartamento de Nueva York en 1966 dice:
"El arte de ilustrar, como cualquier otro, es el arte de crecer hasta convertirse en uno mismo".
Sin embargo, con el paso de los años, Sendak sintió
que todos los libros que hizo después, quedaran a la sombra de Donde viven los
monstruos.
¡Dídola Pídola Pon!, además de ser un homenaje a su perra, es el primer texto de Sendak en el que la protagonista no es un niño o una niña.
Jennie, eso sí, aparece por completo humanizada y las espléndidas ilustraciones, dibujadas con pluma a tinta negra, nos recuerdan los grabados o litografías de épocas pasadas que acompañaban a las fábulas en las que los animales hablan, expresan sentimientos y deseos y se relacionan entre ellos como personas al igual que Jennie con la planta, el cerdo, el gato, la doncella, la nena, el fresno y el león. Quizá no sea coincidencia
que en la entrevista del 66 en su estudio -un año antes de que se publique este
libro- el autor muestra, como ejemplo de lo que es para él la armonía perfecta
entre todos los elementos gráficos de una obra, un volumen de Las Fábulas de La
Fontaine ilustradas por Grandville (1803-1847).
Maurice Sendak nos cuenta
el viaje de aprendizaje -con la estructura del cuento tradicional- de Jennie,
una perrita valiente, pícara, simpática y muy, muy tragona que lo tiene todo,
hasta el amor de su amo, pero no duda en recoger sus cosas en la maleta con hebillas de oro y lanzarse al mundo en
plena noche porque se siente insatisfecha.
“Quiero algo que no
tengo. La vida ¡tiene que ofrecer algo más que el tenerlo todo!
La planta no tenía nada
que decir.
No le quedaba nada con
qué decirlo”.
Enseguida se encuentra con la oportunidad
de presentarse como primera dama al Teatro Mundial de Mamá Oca y continúa su camino con la esperanza de obtener la experiencia que le piden antes de que termine la primera noche de luna llena.
Pero, tras vivir una extraña aventura que nos divierte por las situaciones absurdas (como de película muda), en la que está a punto de ser devorada por un león para salvar a la nena, se encuentra perdida en
mitad de la noche, en una atmósfera de misticismo romántico; pasa de tenerlo todo, a no tener nada.
"Se echó al pie de
un fresno con el hocico entre las patas y suspiró.
-La vida debe ofrecer
algo más que el no tener nada.
-Eso mismo estaba yo
pensando se lamentó el fresno."
Al final, Jennie consigue
su lugar en el mundo; ha adquirido la experiencia necesaria para ser la
estrella del Teatro Mundial de Mamá Oca, lo tiene todo y está satisfecha.
Con las últimas
ilustraciones del libro podemos disfrutar del efecto de tira de animación, de
película, que tanto le gustaba a Sendak, y todos los personajes cobran sentido.
Pero... ¿qué significado tiene la obra que representan?
Nos encanta
el juego que hace Agustín Gervás con el sentido y la musicalidad de la palabra
Pídola y la sensación que produce de carambola pero queríamos saber más sobre
las famosas rimas de Samuel Taylor Goodrich en las que se inspira Sendak para
escribir la historia. Así que pedimos ayuda a Ellen
Duthie, especialista en Sendak -tradujo Al
otro lado (1981) para Kalandraka en el 2015- que nos regaló esta valiosa información.
En inglés, "higglety pigglety pop" es el primer verso
de la "nursery rhyme" con la que acaba el libro. En una traducción
literal sería:
Higglety, pigglety, pop! Higglety,
pigglety, pop!
The dog has eaten the mop: El
perro se ha comido la fregona:
The pig’s in a hurry, El
cerdo apurado
The cat’s in a flurry, El
gato agitado
Higglety, pigglety, pop! Higglety,
pigglety, pop!
"Higglety pigglety" es una variación de "Higgledy
piggledy" (con "d) que es una expresión que quiere decir
"confusión, lío, sin orden". Las palabras por sí solas no quieren
decir nada, solo juntas. Hay bastantes ejemplos de esto, muchos de ellos muy
antiguos, en inglés: expresiones formadas a partir de dos palabras que se
reduplican de forma sonora y que se inventan juguetonamente y se incorporan en
el lenguaje. Son dúos sonoros que se puede decir de alguna manera que son el
origen del nonsense. Esas palabras que no significan nada, inventadas pero que
sin embargo te hacen hacer asociaciones por su parecido a otras palabras. Hay
ejemplos de este tipo de duplicación que van muy atrás, anteriores a
Shakespeare.
Higgledy piggledy en concreto, aparece por primera vez impreso
en 1596, en un diccionario italiano-inglés. Otra variante es "Higly
pigly", donde se ve el origen relacionado con "pig" -cerdo-
haciendo quizás referencia a lo desordenado del aspecto de una piara de cerdos.
Lo que
es particularmente gracioso del caso de la "nursery rhyme" de Samuel
Goodrich, es que él la escribió para ridiculizar la tradición de "nursery
rhymes", como un ejemplo de lo absurdas e inútiles que podían ser. Estaba
convencido de que este tipo de rima era perjudicial para los niños y animaba a
un comportamiento impropio. El caso es que su propio poema se ha incorporado al
acervo de "nursery rhymes" conocidas, así que le salió el tiro por la
culata. La escribió concretamente en esta reseña ridiculizante de un libro de
Nursery Rhymes que acababa de salir.
He leído ¡Dídola Pídola Pon! con las niñas y niños de mi clase (8 y 9
años); les divierte lo absurdo y la
perrita Jennie les resulta la mar de simpática con sus picardías para conseguir
comérselo todo, pero yo podría leerlo otras cien veces y seguiría encontrando en
el texto y las ilustraciones capas y capas de significado que harían demasiado
densa esta reseña.
Sendak termina este libro con un epílogo -clave para entender
que el autor se prepara para despedirse de su vieja amiga- en el que la perrita
le escribe a su antiguo amo desde el Castillo de Allá para contarle que se fue
para siempre, que se siente feliz y que aunque no sabe dónde está, espera que
la busque si pasa por allí algún día. Me gusta imaginar que en el año 2012 Maurice
Sendak consiguió reunirse con ella y disfrutan juntos de las funciones del Gran
Teatro Mundial de Mamá Oca.
EPÍLOGO
Ilustración de La ventana de Kenny |
Los planes que iban a cambiar
mi vida, y que me hicieron identificarme con Jennie, se truncaron, pero
conseguí abrir esta ventana desde la que ahora hablamos. Una ventana que nos
permite mirar al exterior para ampliar nuestra visión del mundo y viajar hacia
ese “otro lado” -el que descubrimos con la lectura- pero que también muestra el
interior y nos permite reflexionar sobre nuestras vivencias y compartirlas con los
mediadores y lectores curiosos que quieran asomarse a ella.
¡Feliz vida y feliz
lectura!
¡Excelente!
ResponderEliminarGracias por tu lectura.
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