Cuando el viejo ejemplar
de nuestra biblioteca estaba a punto de desintegrarse por el uso, Kalandraka
vuelve a editar este clásico contemporáneo perfecto para contar, cantar y jugar
en estos días en que el colegio y las calles se visten de Hallowen.
¡Qué risa de huesos! mantiene un formato similar al de la edición inglesa para
que podamos disfrutar de la gracia y la frescura de las ilustraciones de Janet Ahlberg, demasiado pequeñas en la
antigua edición. La encuadernación en cartoné y las imágenes de la
portada que se iluminan en la oscuridad hacen de este álbum ilustrado una
auténtica gozada.
Esta historia comienza cuando Janet y Allan Ahlberg se conocieron en un curso para docentes de la Universidad y se casaron en 1969. Allan trabajaba como maestro y Janet, demasiado tímida para la enseñanza, comenzó a ilustrar hasta que un día, cansada de trabajar para otros autores, le pidió a su esposo que le escribiera una historia.
A partir de entonces, durante 20 años hasta la muerte de Janet en 1994, escribieron e ilustraron juntos más de 40 libros. Ella pintaba en un desván sobre el garaje mientras él escribía en el cobertizo del jardín. Formaron un gran equipo; los textos rítmicos y sencillos de Allan se integran a la perfección con las expresivas y juguetonas ilustraciones de Janet por las que obtuvo en dos ocasiones la Medalla Kate Greenaway.
Esta historia comienza cuando Janet y Allan Ahlberg se conocieron en un curso para docentes de la Universidad y se casaron en 1969. Allan trabajaba como maestro y Janet, demasiado tímida para la enseñanza, comenzó a ilustrar hasta que un día, cansada de trabajar para otros autores, le pidió a su esposo que le escribiera una historia.
A partir de entonces, durante 20 años hasta la muerte de Janet en 1994, escribieron e ilustraron juntos más de 40 libros. Ella pintaba en un desván sobre el garaje mientras él escribía en el cobertizo del jardín. Formaron un gran equipo; los textos rítmicos y sencillos de Allan se integran a la perfección con las expresivas y juguetonas ilustraciones de Janet por las que obtuvo en dos ocasiones la Medalla Kate Greenaway.
Tras la muerte de su
esposa, Allan se mudó a Londres y ha seguido escribiendo, incluso colaborando
con su hija Jessica que también es ilustradora y que fue una gran inspiración
para el trabajo de la pareja.
Pero quizá la idea para escribir ¡Qué risa de huesos! -aunque se
publicó por primera vez en 1980- le llegara a Allan de un tiempo anterior a su
matrimonio cuando trabajaba como sepulturero (uno de los muchos trabajos que
tuvo antes de ser maestro). Para el texto de esta historia utiliza la
repetición de varios elementos que nos llevan desde una colina hasta el sótano donde
viven los tres protagonistas de esta historia, un gran esqueleto, un pequeño
esqueleto y un esqueleto perruno, que una noche deciden salir a pasear y asustar a alguien.
Es un texto perfecto para que los niños interactúen en la narración y la memoricen porque ahora vamos a acompañar a los esqueletos en el camino inverso hasta que llegan al parque y podemos aprender las canciones de estos personajes juguetones que no encuentran a nadie a quien asustar y se entretienen asustándose entre ellos hasta que deciden volver de nuevo a casa.
Las ilustraciones sobre
fondo negro con colores vibrantes subrayan ese juego del texto entre lo
oscuro y tenebroso del tema con el desarrollo humorístico de la trama y el
comportamiento adorable de los personajes. Janet utiliza la alternancia de las
ilustraciones que llenan la página y la doble página con las viñetas tipo comic
enmarcadas en color en las que los personajes cantan o dialogan. Incluso alguna ilustración parece un auténtico
dibujo animado.
Nosotros hemos aprovechado sus fantásticas ilustraciones para fabricar un kamishibai casero y unos cuantos esqueletos para poder contar
esta divertidísima historia a los más pequeños.
También hemos visto "Fright Night", el último episodio de la serie de TV emitida por la BBC en 1992, basado en este álbum. Los demás capítulos se inspiran en otros títulos del matrimonio Ahlberg con los mismos protagonistas que no fueron traducidos al castellano.
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