lunes, 24 de octubre de 2016

EL PINOCHO QUE TE HARÁ OLVIDAR A DISNEY




Roberto Innocenti  El cuento de mi vida, Rossana Dedola. Kalandraka 2016


El primer libro que recuerdo, fue Pinocho. 

“Tenía cinco años y me lo leía mi tía de noche. Pinocho acababa colgado, ahogado, encadenado, pero me lo leía una voz amiga que me tranquilizaba y me confortaba”.  

A pesar de estas palabras, cuando su editor dejó caer la idea de hacer un Pinocho, Roberto Innocenti no lo tuvo nada claro. Le desanimó la gran cantidad de versiones que ya habían hecho otros ilustradores sobre el texto de Carlo Collodi. El que más había calado en su imaginario, a pesar de ser un librito en blanco y negro, era el de Chiostri porque era el que mejor representaba su miedo: 


"Un miedo que recordé con nostalgia cuando ilustré mi Pinocho. Me dí cuenta de que a los niños les gusta el miedo, las tinieblas, el misterio, la oscuridad, el frío..., les gusta mucho que les cuenten estas cosas, e incluso el peligro, porque tienen la expectativa de una salvación que llegará al día siguiente." 


Así que , aunque dijo que no a su editor en un primer momento, Innocenti, que es un apasionado de documentarse hasta en el más mínimo detalle para construir las escenografías en que se desenvuelven sus personajes, fue dando forma a la idea de utilizar La Toscana como excusa para hacer su Pinocho. 

Los dibujos para la primera edición en inglés, de 1987, eran mucho más oscuros y respondían a ese ambiente tenebroso que recordaba de sus temores de niño, pero, al revisarlo quince años más tarde para una nueva edición, añadió a esas ilustraciones las de otros capítulos que le permitían crear un clima más divertido, desenfadado y luminoso.



Las aventuras de Pinocho,  Carlo Collodi y Roberto Innocenti. Kalandraka 2010

El texto de Carlo Collodi, Historia de una marioneta, empezó a publicarse semanalmente en 1881 en el primer periódico italiano para niños. La historia se interrumpe varios meses más tarde, en el capítulo XVI, dejando a Pinocho colgado de una encina enorme, pero los lectores piden que continúen sus aventuras y Collodi retoma la historia con un nuevo título: Las aventuras de Pinocho.
El texto de Collodi nos presenta un personaje que comienza siendo un trozo de madera y consigue convertirse en un niño de carne y hueso. Es la historia de una transformación física y psicológica. 

Sin embargo, las imágenes de Innocenti nos presentan a Pinocho como un muñeco estático e insignificante. Busca que el lector lo vea como un personaje desvalido que se siente muy pequeño y solo en el mundo que le rodea. Su figura no expresa casi movimiento; no es el que dirige la acción, muy al contrario, él se deja llevar por los acontecimientos.  

La intención didáctica que tienen las palabras con las que Collodi termina el texto: "Qué cómico resultaba cuando era una marioneta!...¡Y qué contento estoy ahora de haberme convertido en un niño de verdad!"  entra en contradicción con la interpretación de  Innocenti que, en vez de hacer un dibujo, nos presenta una fotografía, un documento que certifica que Pinocho se ha convertido en un niño que posa, erguido y tieso, junto a su padre. Pero... la sombra que proyecta es la de la marioneta. 

También llama la atención, al ver en forma de secuencia la transformación de Pinocho, que en la única ilustración que aparece con una nariz larguísima es en la primera imagen del capitulo 3 y ya no le vuelve a crecer; Innocenti parece pensar que es suficiente con la descripción que aparece en el texto o que el lector ya conoce esa característica del muñeco mentiroso por las versiones anteriores y es innecesario insistir en ella.

Pinocho nunca aparece representado en primer plano, sino que su figura se  diluye en el entorno. Algunas  imágenes, incluso, podrían ser una  “versión Pinocho” de  Dónde está Wally?, como esta que incluyo a continuación en la que Innocenti parece subrayar con humor lo que dice el texto: “Las calles estaban llenas de gente muy ocupada que corría de un lado a otro; todos estaban trabajando, todos tenían algo que hacer. Ni buscándolo con lupa se hubiera encontrado allí a un holgazán o a un vagabundo”. Efectivamente, casi es necesario sacar una lupa para ver a Pinocho (Parece que la pista sea un largo tablón de madera que aparece en paralelo o lo que debería ser pero no está; La nariz de Pinocho).


Roberto Innocenti nos muestra a Pinocho desde todas las perspectivas posibles, desde un ángulo cenital, picado, contrapicado, nadir, normal, pero siempre de manera que parezca achicado frente al paisaje, los personajes o los acontecimientos. Por eso  también cuando aparece en un plano a dos con otro personaje, por ejemplo, con  el campesino que lo convierte en su perro guardián (que es la representación de Pinocho de mayor tamaño en todo el texto), es el campesino el que aparece en el primer plano de la ilustración.


En cuanto a la ambientación, desde la sobrecubierta, tiene más protagonismo que el propio Pinocho. El muñeco aparece representado en un paisaje nevado muy realista en el que se describen con gran detalle el paisaje, los ambientes, la arquitectura y los personajes propios de un entorno rural italiano de finales del s. XIX. Pinocho es presentado en las guardas en un primer plano de la ilustración tocándose la nariz (así el ilustrador dirige allí nuestra mirada) en un pueblo con una fisonomía semejante al anterior, pero en una época del año diferente (parece primavera por lo que ya vemos que la historia se va a desarrollar a lo largo del tiempo y va a dar importancia a las sensaciones que nos provocan las diferentes estaciones y situaciones climatológicas que describe el texto).


Pero no sólo los paisajes y los pueblos están descritos con todo detalle, sino también todos los espacios en los que transcurre la acción. 
Cuando vemos por primera vez a Pinocho como un tronco de madera, está en el taller de Maese Cereza y podemos apreciar en la imagen cómo son los materiales con que está construido (ladrillo, madera), las herramientas, el banco de trabajo, la botella forrada de mimbre, la pintura decapada a trozos del armario y hasta las virutas de serrín que esparce Maese Cereza al buscar de dónde procede la voz que ha escuchado. La ambientación es perfecta también en cuanto a las actividades que realizan los personajes que componen la escena y en el attrezzo: cómo están vestidos, la ropa colgada en las ventanas de las casas, los animales sueltos por las calles…Y para que podamos apreciar todos los detalles nos ofrece una panorámica cenital de la escena en la que Pinocho aparece casi en el centro del borde inferior de la página, pero con un tamaño diminuto.

La ilustración más larga y trabajosa. Seguramente la primera ilustración de Innocenti para el libro. 

Innocenti consigue en este álbum transmitirnos una mirada subjetiva sobre el personaje de Pinocho utilizando  unas ilustraciones muy realistas y llenas de detalles, muy bien documentadas, sobre la Toscana rural en la que transcurrió su infancia. Innocenti ve a Pinocho, y  hace verlo al lector, desde todas las perspectivas posibles, como una marioneta de principio a fin; primero a merced de sus caprichos y de lo que rodea y al final como un muñeco que hará lo que se espera de él.



En El cuento de mi vida, Rossana Dedola afirma que el Pinocho de Roberto Innocenti ha alcanzado la altura del de Walt Disney, incluso lo ha desbancado, ya que permite que se lea la auténtica historia creada por su autor. Innocenti ratifica que, como mínimo, se han sentido amenazados:
"Respecto a la película de Disney, me molesta que se hayan apropiado de Pinocho sin ni siquiera citar al autor. A propósito de esto, puedo contar que recibí una carta de los abogados de Disney en la que me requerían que no emplease el nombre de Pinocho, pues afirmaban estar en posesión del copyright. Me divertí muchísimo respondiéndoles e invitándoles a informarse mejor antes de requerir nada, y a preguntarse si aquella broma era voluntaria o involuntaria"