¿Lo impensable o lo
imposible?
En estos días extraños en
que lo real y lo irreal, lo posible y lo imposible, lo pensable y lo impensable
se confunden, nos confunden, y necesitamos historias
que generen conversación y buen humor, os recomiendo la última lectura que
hicimos en el aula, el último álbum que llegó a nuestra biblioteca, La extraordinaria historia de la gallina
Manuela editada por Edelvives en 2019.
En él, encontramos muchas de las características de la
obra del autor francés André Bouchard -cambios de punto de vista narrativo,
finales inesperados, varias capas de lectura, temas delicados como el abuso de
poder, las diferencias sociales y el sistema de trabajo capitalista, diferentes
matices de humor y una endeble frontera entre la realidad y la ficción- que se pudo contemplar en la muestra del Museo ABC “André Bouchard en su tinta” el año pasado en Madrid.
La exposición estaba agrupada en torno a cuatro bloques temáticos: Sonrisas
a pedir de boca, ¡Sorpresa!, Sorbete de prensa y, por último, Postre: porciones
de realidad agridulce, donde se encontraba La
extraordinaria historia de la gallina Manuela, que invitaba a explorar las
ilustraciones, y los pensamientos que nos despiertan, como corresponde al
concepto de lectura activa que exige la obra de Bouchard.
Manuela es una gallina de ciudad que vive en un bloque de
apartamentos y despierta cada mañana con el canto del gallo, se prepara el
desayuno y se mete en el cuarto de baño para asearse. Hasta aquí, todo
perfecto, pero…el narrador se interrumpe -para sorpresa del lector- porque
su hijo le dice: “¡Las gallinas no tienen
dientes! ¿Qué clase de cuento es este?” ante lo que el padre intenta pactar con el niño lo fantástico o insólito que está dispuesto a aceptar, dentro de
la ficción que supone el cuento, y lo que encuentra, o no, divertido. Con este quiebro, el autor consigue una empatía traviesa con el
lector, que intenta anticipar cuándo y por qué tendrá lugar el nuevo desacuerdo
entre estos personajes, se sorprende cuando no ocurre lo esperado y se
regocija cuando sus previsiones se cumplen.
«Procuro evitar en mi obra las simplezas edulcoradas y la
provocación fácil y gratuita. Siento demasiado respeto por mis lectores, sobre
todo cuando me dirijo a un público tan exigente como es el público infantil».
André Bouchard continúa con la narración, que el niño interrumpe cada vez que no admite el pacto ficcional con el adulto, combinando el uso de la página y la doble página. El contorno de los personajes, delimitado en negro, hace resaltar las figuras sobre el fondo coloreado en acuarela. Las escenas quedan como difuminadas, un poco irreales, al no estar enmarcadas sobre el blanco de la página.
La tonalidad de las escenas, plomizas y agobiantes cuando
Manuela vive explotada en la ciudad, azules y aéreas cuando huye a la
naturaleza, va aumentando su luminosidad hasta llegar al crescendo en rojo del final, cuando Manuela, en la última sorpresa narrativa, se libera del
poder de decisión que han ejercido sobre ella los humanos y se convierte en la única protagonista de su historia.
Y colorín colorado… -colorado
literalmente, profe, exclama un niño- este cuento se ha acabado.
La historia de la gallina Manuela se ha acabado, pero ¿qué pasaría si cambiásemos la frase
hecha francesa por "Cuando las ranas críen pelo"? (podemos investigar también cuál es su equivalente en inglés u otros idiomas)
¿Queréis que escribamos una nueva historia con diferente protagonista?
1º- Buscaremos nombre propio para ella, elegiremos el título y diseñaremos la portada.
2º- Pensaremos qué otras tres cosas no puede hacer una rana además de tener pelo.
3º- Imaginaremos dónde vive, qué hace y sobre todo cuál es su sueño y cómo lo consigue.
Que bonita actividad para fomentar la lectura y que adecuada para estos días donde como tu dices se mezcla lo real y lo irreal, lo pensabas y lo impensable...
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