COPLAS POR LA MUERTE DE SU PADRE
En estos momentos en que, debido a la pandemia, estamos sufriendo tantas pérdidas y somos tan conscientes de la presencia de la muerte en nuestras vidas, las Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique acuden a ofrecernos el mismo consuelo que cuando fueron escritas por el poeta para mantener viva la memoria de su padre. Un padre que es también el mío -gran recitador de estas coplas- el tuyo, el nuestro, el de todo ser humano, porque la experiencia de la muerte es atemporal y universal. Por eso, porque nos siguen hablando con la misma intensidad, las coplas de Jorge Manrique son un clásico y en esta lujosa edición de Nórdica, Coplas por la muerte de su padre en la mirada contemporánea de Antonio Santos, como anuncia su título, un clásico renovado.
En el año 2000, animado por Isidro Ferrer, publica Y con la cebra qué pasó (Sinsentido) con el que consigue el Premio Daniel Gil al Mejor Libro Infantil 2003, que despierta el interés de otras editoriales y en el 2003 nuestro querido Pancho (Kalandraka) que obtiene el 2º Premio Nacional de ilustración 2004 (Cuántos talleres de escritura y de ilustrar con tijeras hemos hecho basándonos en la estructura de este álbum). A partir de aquí firma más de 50 títulos en distintas editoriales (Kalandraka, SM, Siruela, Anaya, Libros del Zorro Rojo, Pearson, Rue du monde, Los cuatro azules, El jinete azul, Diego Pun, Nórdica…) como autor integral o en diálogo con el texto de otros autores.
En el rincón de libros firmados por el autor de nuestra Biblioteca podéis encontrar, además de Pancho, su continuación, El viaje de Pancho (Kalandraka, 2005), Rima Rimando con texto de Carlos Lapeña (Cepli, 2007), Historia de la resurrección del papagayo con texto de Eduardo Galeano (libros del Zorro Rojo, 2008), Gruvi (Los Cuatro Azules, 2009), Arqueología (El Jinete Azul, 2010), El pirata y la princesa con texto de Espronceda y Rubén Darío (Apila, 2013) - también podemos escuchar la estupenda grabación que nos envió recitándolo para nuestra Maratón de cuentos del 2018- Había una vez, con texto de María Teresa Andruetto (Diego Pun, 2016) y Cuentos de la selva, con texto de Horacio Quiroga (Nórdica, 2018) que fue distinguido con el Premio al Libro Mejor Editado 2017 en la categoría de Libros infantiles y Juveniles.- Coplas por la muerte de su padre en la
mirada contemporánea de Antonio Santos se empieza a gestar después de la
publicación de Cuentos de la selva,
cuando el editor de Nórdica, Diego Moreno, te pregunta “y ahora, ¿qué quieres ilustrar, Antonio?” ¿Por qué eliges a
Manrique?
Las coplas son un poema que aprendí de adolescente y que leí por primera vez siendo un niño por indicación de mi padre. Mi padre murió hace unos meses y ya venía anunciando que su muerte se iba a producir en breve, así que, las he tenido muy presentes durante su enfermedad. Recité algunas cuando murió mi madre… es un poema al que vuelvo insistentemente cada vez que tengo una crisis metafísica, o de melancolía. Las coplas han influido mucho en mi manera de ser y de ver el mundo. Es un poema que me impresionó siendo un niño y lo ha seguido haciendo siempre; me gusta su música, su rima, pero me gusta sobre todo esa manera que tiene Manrique de ir a lo profundo.
- Como artista plástico que domina varias técnicas aplicadas a la ilustración -escultura en madera, linóleo, litografía, dibujos, recortables, pintura…- ¿qué te hace elegir el diorama para trasmitir el espíritu de las coplas?
Empecé las coplas
dibujándolas. Una vez que le dije a Diego que quería hacer las coplas, volví a
leerlas de otra manera -yo las había leído siempre de una manera más placentera
o ensimismada- pero ahora lo hacía con el ojo depredador de un ilustrador. Al principio
quise hacerlas con dibujos muy prolijos y me di cuenta de que algunas eran muy
difíciles de ilustrar con un lenguaje figurativo y próximo a lo que decía el
texto, otras casi imposible, pero, como una primera aproximación, hice el
esfuerzo de dibujarlas todas.
Después las dibujé, pero
con la idea de que un río, el río de la vida manriqueño, las recorriera todas dándoles
unidad. Pero al llegar a la copla XV me di cuenta de que ese símbolo, que tan
bien funcionaba en mi cabeza, en la realidad introducía una monotonía y una pesadez
que me hizo abandonar ese camino.
Así que empecé a trabajar en esas esculturillas de cartón, pero ya desde el recuerdo. Pensé que en vez de intentar ilustrar literalmente las coplas era mejor trabajar a partir de las sensaciones que me producían, de esa especie de melancolía, de cierta tristeza, de una sensación de vacío…A partir de aquí, generé un montón de imágenes de las que el constructor del libro (aquí me anticipo a otra de tus preguntas) eligió las que le parecía que funcionaban mejor para el “artefacto” que estaba construyendo porque un libro es un trabajo en equipo y yo en estas coplas soy solo el ilustrador.
-Tu mirada sobre las coplas de Manrique, aunque recoge los
tópicos literarios de los que hablamos al principio, resulta menos solemne, con
mucho blanco para la reflexión, más luminosa y fresca, incluso amable, de lo
que ha sido habitual hasta ahora. ¿Qué has querido aportar como ilustrador al
texto de Manrique?
Quizá la gente que ha leído las coplas y las ha ilustrado, haya caído en ese tinte dramático de la muerte. Pero a mí la muerte nunca me ha parecido dramática, el hecho de morirse no es más que una de las fases de la vida, y no creo que lo fuera para Manrique. En aquella época la muerte estaba muy presente, trabajaba a destajo. Yo no veo que Manrique trasmita una sensación de gravedad o de tristeza, sino de naturalidad; nos tenemos que morir porque vivimos, al menos así lo he entendido yo y desde ese espíritu las he trabajado.
- Coplas por la muerte de
su padre es el fruto del trabajo
en equipo, que comienza con tu trabajo como ilustrador, que después hay que diseñar
y maquetar y, por supuesto, el trabajo del editor. ¿Nos puedes contar cuál ha
sido el proceso para obtener un libro de esta belleza?
Como te decía, un libro
es un trabajo en equipo desde su origen. En principio, tú ilustras un texto que
ha escrito otra persona, acompañas a ese texto, y has de ser respetuoso con el
autor, con lo que dice y con lo que ha querido decir. Por supuesto que vas a
hacer tu interpretación de ello, pero la puedes hacer, o no, desde el respeto.
Yo siempre ilustro desde el respeto e intento hacer un trabajo que al autor le
pueda gustar o le pueda interesar. Y después, el libro sigue siendo un trabajo
en equipo porque hay una persona que lo construye, en este caso Pep Carrió, uno
de los mejores diseñadores españoles. Hay un impresor que mima y conoce su
oficio y un editor, Diego Moreno en Nórdica, que supervisa todo el trabajo como
el director de una orquesta. Todos han de dar al máximo y todo el engranaje
tiene que estar bien engrasado.
Yo siempre he dicho que
los libros se hacen de dentro afuera, lo que sucede en los preámbulos es muy
importante y por eso me gusta trabajar con esa gente con la que me siento a
gusto, que son mis amigos y que sé que lo van a hacer bien, que el resultado final
está garantizado. Un resultado digno, que es una palabra que mi padre repetía
muchas veces y que para mí está muy cargada de sentido. La dignidad está muy en
relación con ese querer hacer las cosas bien, de la mejor manera que uno sabe,
y con la certeza de que si no llega más lejos es porque no podía, no porque no
quisiera.
Nos despedimos de Antonio
Santos dándole las gracias por su generosa humildad y por esa mirada suya tan humana
y profunda, casi de niño, que nos hermana, como lectores y como personas, con sus
emociones y sentimientos hacia las coplas de Jorge Manrique.
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