viernes, 30 de abril de 2021

LA CABINA de TELÉFONO en el jardín del Señor HIROTA

La casualidad me llevó a conocer la existencia de este teléfono, casi a la vez, en dos narraciones muy diferentes. 

Había estado hojeando los dos tomos de Cuadernos japoneses del italiano Igort –unos libros bellísimos en los que el autor, primer occidental en dibujar manga en Japón, hace un viaje poético por distintos aspectos de la cultura japonesa y su relación de amor y fascinación por este país- para regalárselos a mi hija cuando volviera a casa en vacaciones.  

Me detuve en la PD de “El vagabundo del manga” dedicada al "teléfono del viento" porque me pareció una hermosa manera de afrontar el vacío que deja la destrucción y la pérdida. Me hizo pensar en las publicaciones que leemos en las redes sociales en las que algunas personas hablan, incluso como un ritual en cada aniversario de su muerte, con sus seres queridos.

Días más tarde, quedé impresionada por la belleza del texto y las imágenes de  La cabina de teléfono en el jardín del señor Hirota. 

“CADA MAÑANA, Makio visitaba a su vecino, el señor Hirota. Juntos se sentaban al final de su jardín, contemplando desde lo alto de la colina las pequeñas figuras en el puerto. 

Jugaban a identificar al padre de Makio mientras descargaba la pesca del día y a Fumika, la hija del señor Hirota, que limpiaba y destripaba el pescado. 

« ¡Los veo!», decía Makio. 

El señor Hirota reía. «Has vuelto a ganar, Makio».

Era uno de sus juegos favoritos. 

Estaban jugando cuando comenzó el temblor y llegó la gran ola.”

Solo al terminar el álbum supe que estaba inspirado en una historia real y recordé entonces lo que había leído en los Cuadernos japoneses sobre el terremoto y el tsunami que destruyeron la ciudad de Otsuchi y del teléfono del viento creado por Itaru Sasaki. 

Heather Smith, autora del texto de La cabina de teléfono en el jardín del señor Hirota, escucha la noticia de la existencia de este teléfono y crea al protagonista, Makio, para mostrarnos la vivencia de la pérdida de los seres queridos desde la mirada de un niño y representa al Señor Hirota como un hombre amable y generoso que establece un fuerte vínculo con él, en homenaje al personaje real que dejó el teléfono para que lo usasen, primero, todas las personas de su aldea y después para todo el que necesitara consuelo: 

“Cuando escuché la historia del «teléfono del viento» de Itaru Sasaki, me conmovió la belleza que se esconde en el hecho de que un simple objeto —un teléfono desconectado— pudiera ayudar a una comunidad afligida a superar su dolor. Fue este sentimiento de esperanza y entereza lo que me inspiró a adaptar la historia para un público joven. Espero que, al igual que Makio, los lectores descubran que, a veces, hay belleza en el dolor. En este caso, se encuentra entre las paredes de la cabina del señor Hirota.”

Heather convierte la naturaleza -mar, viento, árboles…- en un personaje con voz propia que se relaciona con los protagonistas y los habitantes de la aldea y consigue llegar al corazón de los lectores con un texto poético, delicado, muy medido, muy limpio, que ahonda en los sentimientos sin caer en sentimentalismos. Contaba, además, con que parte de la narración quedaba en manos de la ilustradora.

Rachel Wada vivió con su familia en Japón y China antes de asentarse en Vancouver y ha desarrollado un estilo propio que refleja las técnicas, motivos y simbolismos de su herencia cultural. Para La cabina de teléfono en el jardín del señor Hirota utilizó algunos medios tradicionales como la acuarela, la tinta negra y el grafito y se inspiró en los estilos artísticos japoneses tradicionales, como los grabados en madera Ukiyo-e y el Sumi-e (pintura al agua con tinta). 


Las ilustraciones finales son un ensamblaje de elementos dibujados y pintados a mano y elementos ilustrados digitalmente.

 

Al ser su primer trabajo como ilustradora para un lector joven, además del trabajo inicial de investigación sobre las fotos del Tsunami, el terremoto y la cabina de teléfono, también se documentó en libros infantiles japoneses antiguos. 


Para la secuencia narrativa enfatiza los colores y los tonos más oscuros con pinceladas de tinta negra más gruesas durante el Tsumani y va suavizando el color a medida que avanza la historia para terminar, como al principio, en una apacible vista de la playa desde donde el señor Hirota saluda, sonriente, al niño.

Rachel Wada consigue así en La cabina de teléfono en el jardín del señor Hirota unas imágenes de gran belleza por las que le concedieron el Premio Elizabeth Mrazik-Cleaver de Libros Ilustrados canadienses en reconocimiento por haber ilustrado “maravillosamente el poder y el horror de un tsunami, el proceso de duelo y el poder del amor y la memoria para ayudar en el proceso de sanación.” 

Teresa Benéitez, editora de A Fin de Cuentos, supo, desde el momento en que leyó este álbum, que quería publicarlo. Uno de sus principios es que la lectura puede servir para construir puentes entre personas de diferentes orígenes. Así ocurre con La cabina de teléfono en el jardín del señor Hirota, un álbum inscrito en la cultura japonesa y en su capacidad simbólica, al tratar temas tan universales como la pérdida, el duelo, la amistad, la compasión, la solidaridad y la capacidad de superación


Clara, sexto de primaria, ha querido unirse a esta reseña para comentarnos sus impresiones sobre la lectura:


La cabina de teléfono en el jardín del señor Hirota es una historia muy bonita, aunque a la vez, bastante triste.

Perder a alguien importante es algo que a todos nos ha pasado o nos pasará y en este álbum lo cuentan muy bien. Me gusta mucho que puedan “hablar” con quienes habían perdido, creo que sería una buena forma de desahogarse.

Me pareció muy interesante que fuera una historia basada en hechos reales, cuando lo leí no pensaba que fuera posible que eso pasara realmente, y me resultó muy curioso que fuera real.

Para ser un álbum corto y con más ilustraciones que texto me llegó al corazón, realmente es una historia muy bonita y que sin duda recomendaría. Me gustó mucho.”

Durante el curso 2021-22 disfrutamos de otra rica experiencia lectora en nuestro proyecto "Viajamos con la lectura" .

En 5º de primaria hemos viajado a Japón con un álbum que nos conmueve “La cabina de teléfono en el jardín del señor Hirota” de Heather Smith y Rachel Wada (A fin de cuentos), basado en una historia real. Quisimos contarlo con un Kamishibai con las ilustraciones del álbum. Seguimos el proceso inverso al de la ilustradora que dibujó las imágenes a tinta y después las coloreó en el ordenador; desde la imagen fotocopiada en blanco y negro le añadimos el color con acuarela. También hicimos una pequeña investigación sobre el país y aprendimos a escribir nuestros nombres en japonés. Nuestro viaje ha continuado con un taller de haikus en el que nuestras ilustraciones han funcionado como aware. ¡Nos hemos convertido en unos auténticos haijines!”

Esperamos que La cabina de teléfono en el jardín del señor Hirota os conmueva con su belleza poética tanto como a nosotras.

¡Feliz lectura!


Si os ha picado la curiosidad y queréis saber más sobre “El teléfono del viento” pinchad sobre este enlace al documental de arte TV.

Para saber más sobre la autora y la ilustradora no os perdáis las entradas en el blog de A Fin de Cuentos.




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