“No te vendría mal comerte alguna chuletilla menos. Si sigues así, acabarás convirtiéndote en cerdo.”
Pero el rey no le hace caso y sigue comiendo.
Por las mañanas elige, en la pocilga real, el cerdo más apetecible para la cena. Los cerdos aprecian sus privilegios y consideran un honor dar la vida por el rey. Todos están contentos con el orden establecido.
“Papi…¿para qué vivimos?”
Insatisfecho con las respuestas, contesta:
“La vida tiene que ser más que engordar, morir y ser comido, ni siquiera si es por el rey”.
Y decide que cuando sea grande se largará de allí. La vida continuó su curso hasta que un día…
Como no quiero destripar el cuento, solo os diré que lo que ocurre tiene algo en común con Príncipe y mendigo de Mark Twain o con contradecir al refranero sobre si el hábito hace al monje.
Pero, como ya anunciamos, esta historia tiene
cola, y no es la de un cerdo sino la de otra joven filósofa, una truchita que lanza
la eterna pregunta:
“Papi…¿para qué vivimos?”
Koos Meinderts nos invita así a imaginar nuevos desenlaces terminados en la misma pregunta que nos lleven a una historia encadenada; un cuento sin final.
Las ilustraciones de Urberuaga, con
sus colores brillantes, sus contornos bien definidos y sobre todo con ese
sentido del humor, esa ternura y esa fantasía doméstica que le caracteriza, juegan
con el texto de Meinderts y convierten la lectura de este álbum en una delicia que
despierta sonrisas, genera preguntas y, en una lectura compartida, estimula la conversación.
¡Feliz lectura y feliz verano!
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